El origen racional del Canchal de Hormas hay que buscarlo en los fenómenos erosivos que afectan a las Peñas de la zona, especialmente a una gran masa rocosa conocida por los habitantes de Colio como El Picón, que se levanta airoso al oriente de los puertos de Potes, en las proximidades del Altu de las Verdinas y la Paré Corvera. Debido a los efectos de los agentes atmosféricos, sobremanera la lluvia, el frío y la nieve, esta cresta caliza se encuentra surcada por múltiples fracturas y afectada por un proceso constante de fragmentación. La ubicación del lugar al pie de las cumbres del Macizo Oriental y el terreno arcilloso sobre el que se asienta, han favorecido la acumulación de los grandes fragmentos rocosos arrancados por la erosión en una cuenca delimitada por el propio Picón en su parte superior y por los Picos de Laceru y Las Agudinas a ambos lados del mismo, que es el lugar conocido como Canchal de Hormas y situado justo por encima del pueblo de Colio.
Los grandes bloques de piedras, algunos de ellos de enormes dimensiones, se han ido acumulando al borde del precipicio, taponando y obstruyendo la entrada superior del cañón. Pero cada cierto tiempo, algunas de esas grandes piedras caen por el empuje de las masas de rocas acumuladas, que se desplazan a su vez por los efectos dinámicos de la lluvia, las tormentas y los neveros, provocando un
estruendo que se oye desde los pueblos cercanos.
En el año 1888 se produjo la conocida en Liébana como “La Gran Nevaona”. La nieve acumulada fue tanta que provocó un deslizamiento masivo del Canchal. Como consecuencia de ello, bajó por la garganta tal cantidad de piedras, de agua y de nieve que se llevó consigo el molino situado en el barrio de La Parte. Como sin duda dijeron los lugareños de entonces, los Diablillos de Colio habían decidido ese día descargar su ira sobre el pueblo.
El mismo fenómeno se repitió con especial virulencia en el mes de mayo de 1902. De nuevo, una gran avalancha de bloques, junto a toneladas de fango, árboles y tierra arrastrados por la masa desbocada de piedra, se precipitó por el cauce del río. La avalancha de rocas, conocida como “La Gran Llená”, se llevó consigo cercas y prados y destruyó las cosechas. El enorme alud se extendió a lo largo de 7 kilómetros hasta llegar al río Deva, llevándose consigo la Ermita de San Lorenzo, que perteneciera hasta entonces al pueblo de Colio.
En el año 1996, los Diablillos de Colio volvieron otra vez a enfurecerse y de su furia resultó incomunicado el barrio de la Parte, en esta ocasión por la crecida del nivel de río por encima del puente y de la pista que comunican al barrio con el resto del pueblo.
Para alcanzar el paraje del Canchal varias son las posibilidades que tenemos. La menos frecuentada y más salvaje y directa se lleva a cabo desde el barrio de La Parte. En el pueblo de Colio podemos dejar el coche en un margen de la carretera de entrada al mismo. Nos ponemos en marcha retrocediendo unos 200 metros por la carretera por la que hemos llegado a Colio. Llegamos a una desviación en la misma donde un cartel te señala la entrada al barrio de La Parte y la existencia de la casa rural “Los Diablillos”. Cruzamos un puente sobre el Ríu La Sorda aproximándonos así a las primeras casas del barrio. Es entonces cuando tenemos que prestar atención, debemos girar a nuestra derecha para ir en busca del cauce del río y caminar en paralelo a su cauce, luego cruzamos el mismo dejando éste a nuestra izquierda en el sentido de nuestra marcha y continuamos unos metros por pista hasta que ésta termina en unos prados.
Los grandes bloques de piedras, algunos de ellos de enormes dimensiones, se han ido acumulando al borde del precipicio, taponando y obstruyendo la entrada superior del cañón. Pero cada cierto tiempo, algunas de esas grandes piedras caen por el empuje de las masas de rocas acumuladas, que se desplazan a su vez por los efectos dinámicos de la lluvia, las tormentas y los neveros, provocando un
estruendo que se oye desde los pueblos cercanos.
En el año 1888 se produjo la conocida en Liébana como “La Gran Nevaona”. La nieve acumulada fue tanta que provocó un deslizamiento masivo del Canchal. Como consecuencia de ello, bajó por la garganta tal cantidad de piedras, de agua y de nieve que se llevó consigo el molino situado en el barrio de La Parte. Como sin duda dijeron los lugareños de entonces, los Diablillos de Colio habían decidido ese día descargar su ira sobre el pueblo.
El mismo fenómeno se repitió con especial virulencia en el mes de mayo de 1902. De nuevo, una gran avalancha de bloques, junto a toneladas de fango, árboles y tierra arrastrados por la masa desbocada de piedra, se precipitó por el cauce del río. La avalancha de rocas, conocida como “La Gran Llená”, se llevó consigo cercas y prados y destruyó las cosechas. El enorme alud se extendió a lo largo de 7 kilómetros hasta llegar al río Deva, llevándose consigo la Ermita de San Lorenzo, que perteneciera hasta entonces al pueblo de Colio.
En el año 1996, los Diablillos de Colio volvieron otra vez a enfurecerse y de su furia resultó incomunicado el barrio de la Parte, en esta ocasión por la crecida del nivel de río por encima del puente y de la pista que comunican al barrio con el resto del pueblo.
Para alcanzar el paraje del Canchal varias son las posibilidades que tenemos. La menos frecuentada y más salvaje y directa se lleva a cabo desde el barrio de La Parte. En el pueblo de Colio podemos dejar el coche en un margen de la carretera de entrada al mismo. Nos ponemos en marcha retrocediendo unos 200 metros por la carretera por la que hemos llegado a Colio. Llegamos a una desviación en la misma donde un cartel te señala la entrada al barrio de La Parte y la existencia de la casa rural “Los Diablillos”. Cruzamos un puente sobre el Ríu La Sorda aproximándonos así a las primeras casas del barrio. Es entonces cuando tenemos que prestar atención, debemos girar a nuestra derecha para ir en busca del cauce del río y caminar en paralelo a su cauce, luego cruzamos el mismo dejando éste a nuestra izquierda en el sentido de nuestra marcha y continuamos unos metros por pista hasta que ésta termina en unos prados.
A partir de ese momento dejamos todo rastro de camino y nos adentramos directamente en el cauce de la riega con el objetivo de seguirla en sentido contrario a la corriente de agua. El cauce del río es bastante ancho y pedregoso, con lo que no resulta difícil avanzar por él prestando un poco de cuidado. Vamos progresando por el mismo teniendo frente a nosotros las cumbres del Picu Laceru, Picu Paña, Picu La Mora, Picu Soliveño, Picu La Tarabillera y, por debajo de ellos y a nuestra derecha en el sentido de la marcha, el Monte Los Crespos.
Por momentos, el río se estrecha teniendo que avanzar por él vadeándolo de izquierda a derecha y viceversa (en función de la época del año en la que nos propongamos hacer esta actividad, el cauce del río bajará con más o menos agua, lo que supondrá para el montañero tener que emplear más tiempo en vadearlo de un lado a otro).
Seguimos ascendiendo por el Ríu o Riega La Sorda, también conocido como río de Colio, dejando ya a nuestras espaldas el Monte los Crespos. Ahora, el río se ensancha y sale a campo abierto. Si lo seguimos, llegaremos a un estrechamiento donde el río salva los primeros contrafuertes y agujas rocosas que defienden las caídas del Canchal de Hormas . En este caso nos encontraremos ante una espectacular cascada encajonada entre las peñas que caen del Picu Soliveño (por lo menos en época de lluvias). La cascada, conocida como el Saltu el Agua, impide progresar por la misma riega, por lo que tenemos que buscar una salida. Esta se encuentra un poco antes de la cascada por la derecha, en sentido ascendente. Esta salida consiste en un remonte corto, pero bastante pindio, por
una zona terrosa y herbosa que bordea la Peña el Cuetu, que nos lleva hacia las paredes y canales secundarias que se adentran en la peña (canal Mayor y canal Angosta). Algunas de estas canales secundarias a las que hacemos referencia tienen, según los pastores de la zona, salida por arriba, hacia la zona de Solajará, un paraje herboso por debajo del Picu Laceru, bien visible desde el pueblo de
Colio, por donde los pastores han tenido que aventurarse en muchas ocasiones en busca de alguna cabra u oveja descarriada.
"Saltu el agua" |
Ríu La Sorda. Vista desde la Peña El Cuetu, una vez superado el Saltu el Agua |
La zona de Solajará tiene comunicación también con los Puertos de Quión a través de la Cuesta la Vega. Ascendiendo por la Cuesta La Vega, por su margen izquierdo, se llega a una camperina o llanetu bajo la Cueva El Pejo, junto a dicha campera crece un mostajo. Dicho enclave se conoce en Colio como La Campa. Desde La Campa una senda o trocha muy marcada por el ganado penetra en Solajará. Desde Solajará se pasa al paraje de Cuevalaceru, por debajo del Picu La Tarabillera y el Prau La Tarabillera, paso este muy comprometido.
En este episodio de abandono momentáneo de la riega hay que poner atención. Bordeamos la Peña el Cuetu y alcanzamos una especie de collada que de acceso a la Campera de la Peña el Cuetu , en donde los helechos hacen acto de presencia de forma cuantiosa, y en donde se localizan dos pequeños grupos de robles que han sobrevivido a la fiereza del agua y las piedras vomitadas desde el Canchal. Al otro lado de la campera podemos observar la Peña Quemada y las canales de La Herradura (a su izquierda según miramos) y La Jabariega (a su derecha), pobladas por los hayas del Monte Lovia.
Nuestro objetivo ahora es volver al cauce del río. Unas trochas de ganado nos permitirán flanquear la campera en dirección norte, ascendiendo por la cuesta herbosa hacia las caídas del Canchal. Mientras ascendemos por la cuesta, podemos observar a nuestra izquierda el tajo provocado por la erosión y la descarga de piedras desde la cuenca superior del Canchal. Una alambrada protege
a los animales de una posible caída y no nos permite bajar hacia la riega de una forma segura. Por eso debemos continuar ascendiendo por la cuesta hasta llegar al punto más seguro, bien marcado por
el terreno, por donde descenderemos de nuevo a la riega, más o menos hacia la mitad de la panda, después de superar un primer grupo de robles o rebollos.
Entramos en la riega de nuevo. Caminamos por ella con mucho cuidado, ya que las piedras que la pueblan no están bien asentadas y ello podría provocar algún accidente.
Un par de ejemplares de hayas sobreviven por encima de nosotros entre las enormes piedras que han caído desde la cuenca cimera del Canchal.
Dejamos los hayas a nuestra izquierda y continuamos por la riega dentro de un paraje en donde domina lo vertical. A nuestra derecha podemos observar de abajo hacía arriba diversos emplazamientos como la Horcá Montucu, en donde crece un imponente ejemplar de haya, el Picu La Tarabillera, cuya cumbre se confunde desde esta perspectiva con la del Picu Laceru, y gran cantidad de pináculos y agujas innominadas, que te hacen imaginarte por momentos la grandiosidad del derrumbe acontecido en 1902. Una bonita cueva a gran altura, Cuevalagua, nos marca el lugar en cuya proximidad surgen las aguas que alimentan el cauce del Ríu La Sorda, a pesar de la creencia de que el río se nutre única y exclusivamente del agua que cae directamente desde la zona del Canchal. Desde Cuevalagua existe comunicación, no sin dificultad, con Solajará.
Un par de ejemplares de hayas sobreviven por encima de nosotros entre las enormes piedras que han caído desde la cuenca cimera del Canchal.
Nos acercamos al vomitorio principal del Canchal. Hay que salir por encima de los hayas de la imagen del lugar conocido como Montucu, ya que de frente la progresión es imposible
|
Dejamos los hayas a nuestra izquierda y continuamos por la riega dentro de un paraje en donde domina lo vertical. A nuestra derecha podemos observar de abajo hacía arriba diversos emplazamientos como la Horcá Montucu, en donde crece un imponente ejemplar de haya, el Picu La Tarabillera, cuya cumbre se confunde desde esta perspectiva con la del Picu Laceru, y gran cantidad de pináculos y agujas innominadas, que te hacen imaginarte por momentos la grandiosidad del derrumbe acontecido en 1902. Una bonita cueva a gran altura, Cuevalagua, nos marca el lugar en cuya proximidad surgen las aguas que alimentan el cauce del Ríu La Sorda, a pesar de la creencia de que el río se nutre única y exclusivamente del agua que cae directamente desde la zona del Canchal. Desde Cuevalagua existe comunicación, no sin dificultad, con Solajará.
Llegamos a un punto en el que la riega se difumina y nos enfrentamos en primera persona a “Los Brazos del Canchal”. Nos encontramos ante el vomitorio del brazo principal del Canchal, el que baja directamente y en línea recta desde las faldas del Picu Laceru. La progresión, sin medios y material de escalada se hace imposible, y el riesgo de padecer un accidente debido a la posible
caída de piedras desde la cuenca cimera del Canchal es evidente y palpable. Una vez comprobado que la peña no nos deja continuar nuestro “camino” a derecho, tenemos que seguir por nuestra izquierda, asomándonos a un pequeño muro de contención levantado por la propia erosión y la caída de piedras desde el Canchal. Una vez superado el muro de tierra y rocas damos vista a un nuevo pedrero, formado por los derrumbes de otro de los brazos del Canchal. En este caso se trata del
brazo ubicado más al oeste, que surge de las estribaciones del Hoyu Boronal, pequeña depresión herbosa en las inmediaciones del Picu Las Agudinas, que ha conseguido librarse de los grandes
bloques del Canchal. El pedrero se encuentra protegido a su izquierda por una
línea de hayas jóvenes que forman parte del Monte Lovia. El paraje es sumamente espectacular
"Brazo" del Canchal que limita con el Monte Lovia por donde ascenderemos hasta el paraje de Riemus para alcanzar el núcleo central del Canchal de Hormas |
Bajamos hasta el pedrero y nos internamos en el mismo ascendiendo hasta el punto en el que éste termina en una zona de la roca muy lavada por el agua. En este punto, una cascada escupe agua a lo largo de todo el año, según palabras de Juan Carlos Fernández, vecino de Colio, que nos puso al día sobre la toponimia de esta zona. A partir de aquí nuestra única progresión segura consiste en remontar el Monte Lovia. Podemos hacerlo por su borde norte, más cerca de los muros y, por tanto, más expuestos a la caída de piedras, o mejor y más protegidos por el interior del bosque, disfrutando
en este caso de la belleza juvenil de las hayas, lo que ayudará sin duda a sobrellevar la fuerte pendiente.
Cuando alcancemos la parte alta nos encontraremos entre los hayas con un vallado de alambre y un sendero, casi ya perdido, que cruza el bosque. El sendero viene de la zona conocida como El Quemao, por encima del Picu Soliveño y la Peña Jumales, y comunica con los puertos de Ullances y la antigua majada de Peña Bermeja. Nuestra intención no es conocer esos parajes, que dejaremos para otra ocasión. Por lo tanto, seguiremos el sendero girando a nuestra derecha, para penetrar de ese modo en el Paraje de Riemus, un mundo de pequeñas islas herbosas que sobreviven a las rocas del Canchal donde el sendero se desdibuja y se pierde entre la espesura.
Entramos en Riemus por el único lugar posible, el Portillu Riemus, saliendo a campo abierto para dirigirnos hacia lo cimero del Canchal y siempre bien orientados por la propia configuración del terreno. Una vez que hemos salido a campo abierto, tendremos a la vista los primeros derrumbes del cuenco superior del Canchal.
Foto tomada desde Riemus. Podemos observar los primeros derrumbes del Canchal 1. Canchal de Hormas 2. Picu La Tarabillera 3. Picu Laceru |
Un senderillo de cabras y rebecos que aparece y desaparece por momentos nos irá dirigiendo hacia el cuenco glaciar, Ahora nos encontramos por encima de la cascada por la que pasamos anteriormente, en el paraje conocido como Riemus. A nuestra derecha tenemos el brazo del canchal que da origen a dicha cascada.
Bloque gigante que se desprendió en el año 2023, en la actualidad ya no existe en el lugar. |
Seguimos ascendiendo intentando no perder el senderillo, hasta llegar al "brazo" del canchal. Por fin nos encontramos de lleno ante el Canchal de Hormas. Ante nuestros ojos descubrimos un gran laberinto pétreo, un impresionante glaciar de piedras de origen similar a cualquier otro, pero que en los Picos de Europa constituye un lugar único, un paraje privilegiado para los amantes de los
lugares aislados y salvajes. En su tortuoso interior, enormes seracs amenazan con provocar grandiosos aludes, a la par que grandes grietas acentúan en el montañero la precaución para sortearlas y le inducen a buscar con ansiedad la seguridad de terrenos más estables.
El Canchal de Hormas bajo el Picu La Tarabillera. 1. Picu La Tarabillera |
Las alternativas para superar el Canchal son varias, aunque en todas hay que utilizar las manos para poder transitar entre las rocas y grandes piedras que pueblan este rincón del Macizo Oriental. El canchal se puede atravesar por su centro, si bien la mejor opción es dirigirnos al Hoyu Boronal, pequeña depresión herbosa bajo la zona conocida como Las Collás , al amparo del Picu Las Agudinas . Desde el Hoyu Boronal bordeamos el Canchal por su margen izquierdo, bajo las paredes de Las Agudinas y El Picón , serpenteando entre as grandes piedras, buscando los mejores pasos hasta lograr llegar al Prau los Treños en las inmediaciones del Picu Laceru, habiendo logrado cruzar de esta manera el Canchal.
Grandes bloques calizos ocupan la parte central del Canchal de Hormas |
Los grandes bloques del Canchal de Hormas. Al fondo "Las Collás" o Las Collás de Hormas. 1. Collá de Hormas Encimera 2. Collá de Hormas Debajera 3. Hoyu Boronal |
Caída de piedras por el brazo principal del Canchal |
El Canchal de Hormas y el pueblo de Colio |
No hay comentarios:
Publicar un comentario